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ARGUEDAS: UNA GRAN PÉRDIDA PARA EL PERÚ

Por: Arlette Escudero Angulo.


Me enfocare en el estado emocional de este excelente literato, quién recibió tratamientos psiquiátricos, describiendo sus padecimientos en sus escritos:

“Yo estoy sumamente preocupado con mi pobre salud. He vuelto fatigadísimo, sin poder dormir y angustiado. Tengo que ir a donde el médico nuevamente; aunque estos caballeros nunca llegan a entender bien lo que uno sufre ni las causas. Lo malo es que esto me viene desde mi infancia” (carta a John Murra).

Su primera crisis de depresión fue en 1966, llevándolo a un primer intento de suicidio por sobredosis de barbitúricos, al final manifestó:

“Un poco por miedo otro poco porque se me necesitaba o creo que se me necesitaba he sobrevivido hasta hoy y será hasta el lunes o martes. Temo que el Seconal no me haga el efecto deseado. Pero creo que ya nada puedo hacer. Hoy me siento más aniquilado y quienes viven junto a mí no lo creen o acaso sea más psíquico que orgánico. Da lo mismo. Tengo 55 años. He vivido bastante más de lo que creí” (carta a Arístides Arguedas).

A partir del intento de suicidio, su vida ya no volvió a ser la misma. Se aisló de sus amigos y renunció a todos los cargos públicos que ejercía en el Ministerio de Educación, con el propósito de dedicarse solamente a sus cátedras en la Universidad Agraria y en la de San Marcos. Para tratar su mal se puso en contacto con la psiquiatra chilena Hoffman, quien le recomendó a manera de tratamiento, que continuara escribiendo. De este modo publicó otro libro de cuentos: Amor mundo y todos los cuentos, y más adelante su obra póstuma: El zorro de arriba y el zorro de abajo.

En 1968 terminó su magisterio en la Universidad de San Marcos, y casi simultáneamente, fue elegido jefe del departamento de Sociología de la Universidad Nacional Agraria, a la cual se consagró a tiempo completo. Ese mismo año le fue otorgado el premio «Inca Garcilaso de la Vega», por haber sido considerada su obra como una contribución al arte y a las letras del Perú. En esa ocasión pronunció su famoso discurso: «No soy un aculturado».
Es por ello que consideramos que su muerte fue una gran pérdida para todo el Perú, tal vez la soledad que lo abatió desde su infancia, el quedar huerfano tde madre tan pequeño y el trato cruel que recibió de su madrastra y hermanastro fueron sus motivos para el suicidio, pero que hubiera sido de él, si otra hubiera sido su historia.

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ARGUEDAS: UNA GRAN PÉRDIDA PARA EL PERÚ

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Por: Arlette Escudero Angulo.


Me enfocare en el estado emocional de este excelente literato, quién recibió tratamientos psiquiátricos, describiendo sus padecimientos en sus escritos:

“Yo estoy sumamente preocupado con mi pobre salud. He vuelto fatigadísimo, sin poder dormir y angustiado. Tengo que ir a donde el médico nuevamente; aunque estos caballeros nunca llegan a entender bien lo que uno sufre ni las causas. Lo malo es que esto me viene desde mi infancia” (carta a John Murra).

Su primera crisis de depresión fue en 1966, llevándolo a un primer intento de suicidio por sobredosis de barbitúricos, al final manifestó:

“Un poco por miedo otro poco porque se me necesitaba o creo que se me necesitaba he sobrevivido hasta hoy y será hasta el lunes o martes. Temo que el Seconal no me haga el efecto deseado. Pero creo que ya nada puedo hacer. Hoy me siento más aniquilado y quienes viven junto a mí no lo creen o acaso sea más psíquico que orgánico. Da lo mismo. Tengo 55 años. He vivido bastante más de lo que creí” (carta a Arístides Arguedas).

A partir del intento de suicidio, su vida ya no volvió a ser la misma. Se aisló de sus amigos y renunció a todos los cargos públicos que ejercía en el Ministerio de Educación, con el propósito de dedicarse solamente a sus cátedras en la Universidad Agraria y en la de San Marcos. Para tratar su mal se puso en contacto con la psiquiatra chilena Hoffman, quien le recomendó a manera de tratamiento, que continuara escribiendo. De este modo publicó otro libro de cuentos: Amor mundo y todos los cuentos, y más adelante su obra póstuma: El zorro de arriba y el zorro de abajo.

En 1968 terminó su magisterio en la Universidad de San Marcos, y casi simultáneamente, fue elegido jefe del departamento de Sociología de la Universidad Nacional Agraria, a la cual se consagró a tiempo completo. Ese mismo año le fue otorgado el premio «Inca Garcilaso de la Vega», por haber sido considerada su obra como una contribución al arte y a las letras del Perú. En esa ocasión pronunció su famoso discurso: «No soy un aculturado».
Es por ello que consideramos que su muerte fue una gran pérdida para todo el Perú, tal vez la soledad que lo abatió desde su infancia, el quedar huerfano tde madre tan pequeño y el trato cruel que recibió de su madrastra y hermanastro fueron sus motivos para el suicidio, pero que hubiera sido de él, si otra hubiera sido su historia.

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